jueves, 31 de marzo de 2011

Puntocón

          Krit, que siempre llegaba el último, sacó su portátil para buscar una AMV.
- ¿Qué cuernos es eso? -preguntó Ka, prendiendo un palillo como si fuera un Chester-. ¿Una amiga muy viciosa?
- Siempre pensando en lo mismo. Es una agencia metafísica de viajes. Si buscas en internet hay unas cuantas, pero sólo me fío de la que me recomendó mi profesor de Antónimos.
- ¿Antónimos? -Ka le dio una profunda calada al palillo.
- Voy a licenciarme en llevar la contraria. Y el otro día en clase, este profesor nos contó un viaje que hizo el fin de semana al planeta Plutón.
- Plutón no es un planeta -Ka cruzó las piernas y alzó la mano en un gesto casual, exhibiendo el humo de su palillo.
- Claro, y Asturies nun ye nación. El caso es que me atrajo la idea, y voy a comprar un bono-luz para visitar el año -123.
- Anda, bebe y calla -Ka le ofreció el cachi con su mano libre-. Es imposible viajar en el tiempo, y tú pretendes sacarte un bono. Te van a estafar.
- ¿Qué edad tiene el tiempo?
- En serio, bebe. ¿Quieres un chupito?
- No, dime.
- Muchos. Millones de años.
- Pues si a nosotros nos salen arrugas con 50 años, imagínate las que tendrá el tiempo.
- ¿Y eso qué tiene que ver? -Ka apagó la colilla de su palillo en el canto de la barra.
- Que las arrugas que tiene el tiempo son pliegues que acercan los momentos y permiten saltar de uno a otro.
- Eso es físicamente imposible.
- Por eso busco en una agencia metafísica, y no en Halcón Viajes.
          Krit tecleaba con dos dedos mientras Ka prendía otro palillo. Le di un trago a la cerveza. La noche se presentaba tranquila.

martes, 22 de marzo de 2011

2+2=7

- Dicen que hay una vieja que vende sueños.
- ¿Te refieres a la dueña del puticlú donde la playa? -Ka siempre presumía de conocer a los dueños de los locales interesantes.
- No, sueños de verdad. De los que se tienen incluso cuando duermes.
          Krit conocía a tanta gente que siempre se enteraba de cosas sorprendentes. Una vez nos contó la historia de una mujer que había vendido las escaleras de su casa a unos andamistas, y que luego tenía que subir en globo y aterrizar en el balcón. Al principio no le creímos, hasta que nos explicó que lo hizo para poder pagar la hipoteca.
- ¿Qué sentido tiene coleccionar sueños? Es lo más inútil que se puede hacer -Ka hablaba distraídamente, mirando ensimismado a la camarera.
- No quiero una colección. Quiero uno.
- ¿Sólo? -Ka ni se inmutó cuando di una palmada delante de sus narices.
- Dicen que los vende de diferentes tipos. Los hay de varias horas y que luego no se distinguen de la realidad. Sé de uno que compró una ilusión pasajera que acabó olvidando, pero le quedó la sensación para siempre. Y también los tiene de sabores, o con el calor de la cocina de carbón que tizaba tu padre cuando eras pequeña.
- Yo te aprecio, pero eres tonto. ¿Para qué necesitas un sueño? -Ka quiso llamar la atención de la camarera lanzándole un cacahuete al escote.
- Esa es la cuestión. No lo necesito, y por eso lo quiero. Voy a pedirle uno que dure apenas un minuto, pero que pueda tenerlo una y otra vez sin que se me gaste.
         Una sonora caricia en la mejilla de Ka puso fin a la conversación, y nos dejó claro que esa noche no beberíamos más cerveza.

martes, 1 de marzo de 2011

Una noche cualquiera


-      Estoy sensible… -Krit apoyó lánguidamente un brazo en la barra y deslizó su cabeza en el hueco del anticodo.
-          Pues no tengo drogas –Ka bebió su cerveza de un trago. Instintivamente saqué la cartera y abrí la cremallera del bolsito secreto. Vacío.
-         Me duele todo.
      Quise llamar a la camarera para pedirle ibuprofeno, pero estaba tan ocupada pendoneando con un traje arrugado con corbata chillona que no oyó mis gritos.
-         Es que a veces se hace muy difícil…
-                     ¿Qué te pasa? ¿Los vaqueros te aprietan los huevos? –Ka parecía preocupado.
-                     No es ese tipo de dolor. Lo que me duele es la vida.
-                     Que no leas el periódico, ni veas el telediario. ¿Tengo que ir otra vez a tu casa a quemarte todo lo que tengas de papel?
-                     No me hace falta leer. Sólo tengo que mirar alrededor. Veo cosas que me hieren. La hipocresía, la indiferencia, el egoísmo, cómo nos tratamos los unos a los otros…
-                     En serio, vamos a pillar –Ka sacó las monedas que le quedaban y echó cuentas.
      En el bar, un chico moreno le ponía los cuernos a su novia; una mujer vestida de negro le daba una puñalada trapera a su amiga; dos amigos se deseaban sin decírselo; los de la mesa dos criticaban a los de la cinco, que a su vez nos criticaban a nosotros; una paloma cagaba en la cabeza del calvo que estaba en la puerta; nuestras jarras estaban vacías porque la camarera seguía putaneando…
- Ay… -Krit suspiró, mientras una lágrima serpenteaba entre los granos de su mejilla-. Cómo duele…