lunes, 17 de enero de 2011

Un click...


Krit entró en el bar agarrado a una bombilla encendida. Sorteó las cuatro personas que había y se sentó en la barra, a mi lado.
-¿Crees que así te seguirán los Reyes Magos? -Ka nunca saludaba.
- Ayer tuve una idea. A las 2.37 de la madrugada -Krit nos miró como si fuera a revelar por qué María no era virgen.
-Que precisión. Las mías son caóticas. Llegan a medias, incluso a veces ni llegan.
-Bueno, ésta se hizo de rogar... -mientras ellos hablaban, yo no paraba de mirar a la camarera. Mi jarra estaba vacía, y aquella aspirante a posadera no escuchaba mi mirada inquisitiva. Si no era capaz de entender la lógica aplastante del "si está vacía, entonces se llena"... ¿qué hacía al otro lado de mi sed? Su actitud cruel y despiadada ponía a prueba mi capacidad para comportarme, esa zorra insulsa...-. Y me respondió que las ladillas no vivían del aire.
            Las ladillas me sacaron de mis pensamientos y activaron a la camarera, que con gesto mecánico se acercó con más cerveza.
-¿Y eso a qué viene? -Me perdí. Ka señaló la bombilla con un movimiento de cabeza.
- Es que no tengo en qué apoyarla...
            Ka vació el palillero y se lo dió a Krit para que pusiera allí su idea. Contó los palillos que había y echó cuentas, porque le faltaban unos cuantos para terminar la casita que estaba construyendo en el extremo oeste de la barra. Mientras uno miraba el cristal iluminado, el otro sentía añoranza de los buenos tiempos en los que las charlas se tenían a escondidas tras una cortina de humo de tabaco.

lunes, 10 de enero de 2011

Donde todo empieza...

Tengo que aclarar que hago esto porque me obligan. Estaba yo tan tranquila en el bar de siempre, en mi rincón, bebiendo una jarra de cerveza, cuando aparecieron ellos. No pidieron permiso. Se sentaron cada uno a un lado y comenzaron a hablar como cotorras. Yo en medio, siguiendo la conversación a duras penas. Sólo con la cuarta jarra alcancé a entender algo. Discutían por cualquier cosa, por lo más nimio, por todo, y pedían mi intervención como árbitro. Intenté explicar que no sabía de las técnicas de arbitraje, que no podía más que expresar una mera opinión y en voz muy bajita, pero no me escucharon. Aún así, con la sexta jarra conseguí convencerles para que me dejaran estar callada, y ya con una peonza que te cagas, me puse a tomar notas. Al final acordamos que yo redactaría detalladamente sus conversaciones, y a cambio me avisarían con tiempo de la próxima vez que los planetas se alinearan a mi favor. Ante tal ofrecimiento no pude resistirme. Lo que yo no sabía era que la letra pequeña del trato incluía esto del blog... Me negué, lo rechacé, clamé al cielo mi inutilidad. Incluso alegué que sólo tenía dos dedos en la mano derecha y que así no podría escribir, pero me respondieron que sobraba uno.


Así que aquí estoy. Forzada por una miniletra a ser escriba de los delirios de dos seres arrojados a la red por voluntad propia.


Sólo espero que no matéis a la mensajera.


E.